Ángela
abrió los ojos. Se encontraba en una sala cerrada, sin ventanas, con
una puerta. Se acercó corriendo hacia ella para abrirla pero estaba
cerrada. Miró a su izquierda y vio que le estaba grabando una
cámara. Comenzó a gritar para que la sacasen de esa habitación.
Dos hombres la miraban desde otra sala a través de un monitor.
-¿Cuánto
tiempo espera tenerla ahí dentro?-dijo uno de ellos.
-El
tiempo que sea necesario-dijo el otro.
-Esa
chica está bien-dijo el primero.
-Estuvo
más de seis horas expuesta en ese edificio-dijo el otro.
Ángela
no recordaba cómo había llegado a esa sala. Lo único que recuerda
es cómo escuchó a Laura asesinarse, y corría hacia la trampilla
del almacén junto con Pablo mientras los demás se comían al resto
de supervivientes. No sabía dónde estaba, pero una cosa tenía
claro: tenía que salir de ahí. Una hora después, la puerta se
abrió. Dos hombres entraron y la sacaron de la sala mientras ella
gritaba y pataleaba. La llevaron a una especie de sala de
interrogatorios junto con dos hombres.
Uno
de los hombres sacó una foto de Clara, la hermana de Ángela. Le
contó que estaba muerta por la misma infección del edificio que
había ocurrido durante la boda. Ángela se puso a llorar ante la
noticia. Los dos hombres le dijeron que todos los infectados de la
boda ya habían sido eliminados y que la casa se encontraba
precintada y a punto de ser incinerada, cosa que pasaría en las
próximas horas con el edificio. Le preguntaron cómo había sido
capaz de sobrevivir.
Ella
les dijo que no lo sabía, pero que ninguno de los infectados le
había mordido. Al instante preguntó por Pablo. Los dos hombres se
miraron y le dijeron que se encontraba en el mismo sitio que ellos,
lo único que sí estaba infectado. Ángela volvió a llorar. En ese
momento comenzaron a sonar unas alarmas. Uno de los hombres salió.
Le comunicaron que el preso, Pablo, había escapado y estaba
comenzando a morder a todo el mundo.
El
hombre volvió a entrar en la sala para comunicar que el barco en el
que se encontraban estaba en código rojo porque Pablo se había
escapado. Ángela golpeó a los dos hombres y salió corriendo de la
sala. Por uno de los pasillos se encontró con un par de infectados,
cogió un extintor y les golpeó a los dos para seguir corriendo. Se
encontró con dos marineros intentado huir. Los tres consiguieron
esconderse en la cabina de mando.
Allí
Ángela se dio cuenta de que el barco se encontraba en mitad del mar,
que no se veía la costa de Barcelona. Vio un medido de la infección
del barco, y era ya del 75%. Encontró unos cuadernos del cura que
había cuidado a la niña Medeiros, todo era algo diabólico, como
una posesión, y sólo podía acabar si todos los infectados morían.
Los infectados golpeaban la puerta de la cabina para intentar entrar
a por ellos.
Los
tres salieron de la cabina corriendo. Estaba lloviendo. Corrían por
la cubierta mientras decenas de infectados iban a por ellos,
consiguieron alcanzar a uno y después a otro. Ángela estaba sola,
en la parte delantera del barco viendo como los infectados corrían
hacia ella. Consiguió visualizar una balsa, pero antes tenía que
destruir el barco. Saltó a la balsa y de ella entró por una ventana
del barco. Bajó hasta la parte de las elices.
Allí
descubrió varios cartuchos de dinamita. Consiguió reunirlos y
comenzar una mecha para explotarlos. A medida que el tiempo se le
acababa consiguió regresar a la ventana y montar en la balsa. A
medida que se iba alejando del barco pudo ver cómo explotaba. Cuando
ya había amanecido, consiguió llegar a la costa donde unos policías
consiguieron rescatarla. La pesadilla había terminado, todos los
infectados habían muerto ya que el edificio había sido quemado. La
pesadilla había llegado a su fin para Ángela.